La fundación de la Liga
- Los Cristeros MX
- 6 ene
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Actualizado: 6 ene
El fin de la Liga es, pues, detener al enemigo y reconquistar la libertad religiosa y demás libertades que se derivan de ella. Tiene un programa que no es un grito de guerra, ni una exigencia fuera de propósito: es sólo una síntesis de justas y debidas reivindicaciones a que tienen derecho los mejicanos para poder vivir como católicos y que nadie, en una República Democrática, puede poner en tela de juicio.

El 9 de marzo de 1925 se efectuó en la Ciudad de México una de las reuniones conspirativas más importantes en la historia del país. Católicos prominentes se agrupaban en reuniones secretas bajo el consejo y la dirección del sacerdote jesuíta, Bernardo Bergöend, fundador y director de la ACJM.
Por iniciativa del Lic. Miguel Palomar y Vizcarra, quien comprendió que el asalto al templo de La Soledad y el comienzo del cisma de la Iglesia Católica Mexicana era el principio de un plan para destruir la Iglesia Católica en México, en unión de los más destacados católicos, procedió a poner en práctica un plan preconcebido, un viejo proyecto del P. Bergoend que, en resumen, proponía fundar una Liga Cívica de Defensa Religiosa.
El 9 de marzo se reunieron en el local de la Orden de Caballeros de Colón, sitio en la calle Ocampo número 3, para discutir y aprobar el proyecto del P. Bergoend propuesto por el Lic. Palomar, Luís G. Bustos y Rene Capistrán Garza. Dichos planes fueron discutidos y aprobados y, la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa fue fundada, lanzando su primera hoja de propaganda el 14 de marzo de1925. Dice así:
LIGA NACIONAL DEFENSORA DE LA LIBERTAD RELIGIOSA.

Su razón de ser:
Ya es tiempo de que nos unamos los católicos mejicanos para defender la Religión y la Patria.
La Constitución que nos rige, elaborada en Querétaro por un grupo de gente armada, ha originado la persecución religiosa en forma permanente, como institución del Estado.
A los católicos no nos reconoce los derechos que concede a los ciudadanos. No tenemos verdadera libertad de enseñanza. No podemos publicar periódicos que comenten asuntos políticos con elementos y nombre propio, no podemos cumplir con nuestros deberes religiosos con entera y plena libertad.
Coloca la Constitución a nuestros sacerdotes en situación tan restringida y humillante, que de hecho los incapacita para ejercer libremente su ministerio; les exige que sean mejicanos por nacimiento y les quita todos los derechos y prerrogativas del ciudadano mejicano; los declara profesionistas y no les concede ninguno de los derechos de que gozan las personas, extranjeras o no, que ejercen en la República una profesión honesta, y los entrega atados de pies y manos al capricho de las autoridades que pueden limitar su número de la manera más arbitraria y ridicula; en una palabra, no sólo desconoce a la Iglesia, sino que puede despojarla de cuanto tiene; la incapacita para poseer de cualquier manera que sea; la escarnece, la pone fuera de la ley y de toda clase de consideraciones, llevando la injusticia para con ella hasta el punto de establecer que los procesos por infracciones a las anteriores prescripciones nunca sean vistas en jurados; y por último ni la tiranía de los de arriba ni el desenfreno de los de abajo parecen estar muy satisfechos, presentándose muy obscuro el porvenir.
Además el socialismo revolucionario, aprisionando en una férrea malla, las fuerzas vivas de la patria, mina a toda prisa sus fundamentos esenciales e imposibilita con sus excesos la vida nacional; integrados los sindicatos socialistas en gran parte por católicos que a su pesar se amparan bajo sus banderas para poder vivir, constituyen en Méjico, no grupos de obreros que buscan su mejoramiento, sino ejércitos capitaneados por líderes que hacen maniobras políticas; la fuerza sindical revolucionaria en nuestra patria no es propia, sino emanada del poder público.
Pues bien ¿qué hemos hecho y qué hacemos los católicos mejicanos para poner coto a tamañas injusticias y un dique a la devastación comunista que ya nos ahoga?, ¿qué hacemos actualmente para detener al enemigo? Nada o casi nada. La apatía, el egoísmo, la falta de unidad en la dirección, nos hacen vivir vida de vencidos sin ánimo para empeñar una lucha decidida y vigorosa; por otra parte hay en nuestras filas cultura, abundancia de buenas voluntades, esfuerzos generosos personales, amor patrio vivísimo y amor acendrado a nuestra Religión, elementos suficientes para librar la batalla e ir a la victoria, uniendo las pocas fuerzas ahora dispersas para convertirlas en un solo ejército con unidad de miras y de mando.
Tal estado de cosas no debe durar por mas tiempo; porque además de ser injusto, antinatural y antidemocrático, mantiene entre nosotros, hijos de una misma patria, esto es, de una misma madre, un espíritu de división que ya ha degenerado en odio; y que bien se sabe que el odio entre ciudadanos es el mayor enemigo que tiene la Patria; y también es un deber para nosotros los católicos el poner un hasta aquí a los desmanes de los enemigos de nuestras creencias.
Es preciso, pues, que nos unamos, concertando todas nuestras fuerzas, para que a su tiempo y a una hagamos un esfuerzo enérgico tenaz, supremo e incontenible, que de una vez para siempre arranque de raíz de la Constitución, todas las injusticias, sean las que fueren, y todas las tiranías vengan de donde vinieren.
Se nos ha llamado al combate, se nos obliga a ello con persecuciones injustas y tiránicas; lamentamos la guerra, pero nuestra dignidad ultrajada y nuestra fe perseguida nos obligan a acudir para la defensa, al mismo terreno en que se desarrolla el ataque.
Esta es la única manera de que tengamos libertad y de que se nos haga justicia; y para esto, precisamente se funda la LIGA NACIONAL DE DEFENSA RELIGIOSA.
NATURALEZA Y PROGRAMA DE LA LIGA
La Liga es una asociación legal, de carácter cívico, que tiene por fin conquistar la libertad religiosa y todas las libertades que se derivan de ella en el orden social o económico, por los medios adecuados que las circunstancias irán imponiendo.
La Liga quiere ser una asociación de todos los verdaderos católicos mejicanos cansados ya de tantos atropellos en contra de su religión, del orden social y de sus derechos cívicos tan cínicamente burlados en los comicios electorales. Esta unión se impone. Los elementos que nos son contrarios se síndicalizan en todas partes, imponiendo al país la tiranía más audaz que se conoce y preparándose para ulteriores atropellos aún más inauditos. ¿Cómo se explica que siendo ellos la minoría, se hayan sin embargo, atrevido a maniatarnos, a los que somos la mayoría incontestable de la nación? Sencillamente porque nos saben desunidos.
Unámonos pues y seremos ya no sólo las innumerables gotas de agua que separadas fertilizan el suelo mejicano, sino también la corriente caudalosa formada por la unión de estas mismas gotas, corriente que engendre fuerza ordenada y avasalladora.
Las luchas del porvenir serán sindicalistas y la victoria será de aquellas organizaciones que presenten mayor unión y mayor consistencia.
La Liga será una asociación legal. Según la Constitución, "no se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República podrán hacerlo para tomar parte en los asuntos políticos del país." Ahora bien; la cuestión religiosa en Méjico es cuestión política desde el momento en que ha tenido cabida en la Constitución de la República y se han apropiado los Poderes Públicos el derecho de legislar sobre ella. Luego pueden los ciudadanos Mejicanos asociarse constitucionalmente, esto es, legalmente, bien para tratar el asunto religioso del país.
La Liga será de carácter CÍVICO. La jerarquía católica no tiene que ver con ella ni en su organización, ni en su gobierno, ni en su actuación. No quiere decir esto que la Liga esté en oposición con la autoridad eclesiástica, y que quiera obrar con toda independencia del consejo y de la alta dirección de esta misma autoridad; sino que tomando sobre sí toda la responsabilidad de sus actos, pretende simplemente moverse con la libertad que racionalmente le conviene. (Encíclica II Fermo propósito, de Pío X).
Conoce la Liga los principios y las orientaciones de la Santa Sede en materia cívica; y los hacen suyos; y nunca se apartará de ellos ni en un ápice. Dado este carácter de la Liga, esperamos que se nos unirán todos los mejicanos que amedrentados por los progresos de la inmoralidad y de la libre propaganda de doctrinas antisociales, temen, con razón por el porvenir de la patria.
El fin de la Liga es, pues, detener al enemigo y reconquistar la libertad religiosa y demás libertades que se derivan de ella. Tiene un programa que no es un grito de guerra, ni una exigencia fuera de propósito: es sólo una síntesis de justas y debidas reivindicaciones a que tienen derecho los mejicanos para poder vivir como católicos y que nadie, en una República Democrática, puede poner en tela de juicio.
Es tan sencillo, como es sencilla la fórmula que lo expresa, sin vaguedad alguna ni equívoco posible. Se reduce a exigir:
1.- Libertad plena de enseñanza;
2.- Derecho común para los católicos;
3.- Derecho común para la Iglesia;
4.- Derecho común para los trabajadores católicos.
En consecuencia, pide la Liga sean derogados los artículos de la Constitución en todas aquellas partes que se oponen:
a) A la completa libertad de enseñanza primaria, secundaria y profesional;
b) A los derechos de los católicos como mejicanos, con todas las prerrogativas que concede la Constitución a todos los ciudadanos;
c) A los derechos de la Iglesia relativos al culto, a sus Iglesias, escuelas, obras de caridad y sociales; dejándole, por lo tanto la propiedad y libre uso y disposición de los bienes inmuebles necesarios para el culto, seminarios, alojamiento de ministros, patronatos etc.; reconociendo legalmente a sus sacerdotes los derechos civiles y políticos que tengan los demás ciudadanos y declarando que ni el Congreso General, ni las Legislaturas tendrán facultad para dictar leyes sobre asuntos religiosos.
Los medios legales de que se valdrá la Liga para hacer que se respeten estos
derechos, serán los constitucionales y los exigidos por el bien común.
Méjico, 14 de marzo de 1925.
Lic. Rafael Ceniceros y Villa real- Av. 5 de Mayo 39 Méjico D.F.- Lic. José Esquivel Alfaro.- 4a. de Donceles 92 Méjico D.F.- Lic.Miguel Palomar y Vizcarra.- 4a. De Tacuba 40 Méjico D.F.- Ing. Carlos F. Landero.- Calle de Niza No. 66 Méjico D.F.- Luís G. Bustos.- la. de Ocampo No. 3 Méjico D.F.- Rene Capistrán Garza.- Rep. De Colombia No. 56 Méjico D.F.- Juan Lainé.- la. de San Juan de Letrán No. 5 Méjico D.F.- Enrique Torroella Jr.- Calle de Marsella 39 Méjico D.F.- Lie. Rafael Capetillo.- Av. Insurgentes No. 85 Méjico D.F.- Manuel de la Peza.- 2a. del Álamo 41 Méjico D.F.- Dr. Manuel G. del Valle y V.- la. de Monterrey No. 11 Méjico D.F.- Mariano G Laris.- Calle de Rosas Moreno 122 Méjico D.F.- Ramón Ruiz y Rueda 4a.Calle de Colima 138 Méjico D.F.- Edelmiro Traslosheros 8a. Sor Juana Inés de la Cruz 112 Méjico D.F.- Luis G Ruiz y Rueda.- 4a. Calle de Colima 138 Méjico D.F.- Fernando Silva.- Av. Rivera de San Cosme No. 5 Méjico D.F.- Francísco Falencia Llerena.- Progreso 94 Tacubaya D.F.- Femando García Quevedo.- 4a. de La Rosa No. 77 Méjico.D.F.
Si usted es católico ¡Adhiérase!
Si es usted mejicano y ama la libertad ¡Adhiérase!
Tomado del libro Dios y mi derecho de Consuelo Reguer, quien organizó y publicó distintos documentos de la época de la persecución religiosa en México. Publicamos este fragmento que contiene el acta fundacional de la Liga.
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